︎Audiotour
︎english version coming soon ︎
La invención del papel
by Gerardo Naumann
Texto para audiotur a estrenarse en MALBA en el marco de la Fiesta de la lectura (14.2.2023).
1. Descripción de puesta en escena
Espacio: El o la caminante recibe auriculares en el punto de partida (atrás del MALBA, calle Martín Coronado) ingresa al edificio y va recorriendo el museo siguiendo una línea punteada en el piso. Pasa por el escenario del auditorio, llega hasta la biblioteca, continúa hasta el hall central, después sube al primer piso, pasa por la sala de Frida Kahlo, vuelve a salir y después de pasar brevemente por una sala con algunas obras expuestas, baja por la salida de emergencia hasta un punto en el que los caminos se dividen y tiene que elegir qué camino tomar.
Sonido: Técnicamente, el audiotur funciona con códigos QR, que el caminante va escaneando con su celular. Al llegar al final de una pista, se le da a elegir entre dos códigos QR. Al elegir uno, se le darán las indicaciones para ese camino en particular. Ya no podrá volver y deberá continuar por el camino que eligió.
2. Texto
Aclaración: Los lugares en los que el o la caminante se detienen así como las transiciones entre un lugar a otro encabezan cada uno de los fragmento del texto y están escritos en itálica, pero lógicamente no son parte del texto que el o la caminante escucha, escrita usando la fuente normal.
- Afuera, en la parte de atrás del Malba. (calle Martín Coronado)
Antes de la construcción de este edificio que está cruzando la calle, era más misterioso este lugar. Estaba tapiado y durante años no se vieron movimientos. Ahora están construyendo. Al menos todavía se ve un poco el cielo. Hay un nido de algo en una antena. ¿Lo ves? Es la única antena que se ve. Está detrás del árbol. El nido está en mitad de la antena. Quizás un nido de cotorra. Llegaron hace relativamente poco a Buenos Aires, hace unos años no había. Me caen bien las cotorras. Trajeron un verde fluo y un aire a capital latinoamericana. Las cotorras andan de mañana. A esta hora no se las escucha. A esta hora, si tenés un poco de suerte, quizás podés escuchar un Caburé. Su canto es así. (canto de Caburé) También podrías llegar a escuchar un Chingolo, que emite un sonido así (canto de Chingolo). Anda sobre todo, las noches cálidas. Los sonidos de la ciudad son su pronunciación. Buenos Aires se pronuncia con sus cotorras, sus bondis pasando a toda velocidad, la gente escuchando mensajes de audio, cosas así.
La pronunciación de una persona te dice un poco quién es. Cuando lees un texto también aparece una voz, pero está más armada. Eso debe ser la ficción, ese tono, ese fuera de lo real.
Cuando entrás a un edificio, los sonidos de la ciudad desaparecen. El adentro del edificio es más como la letra escrita, alguien queriéndote contar algo.
Una vez que entres vas a seguir un camino marcado con una línea punteada. Cada tanto hay una parada marcada con una cruz. Caminá a velocidad crucero, ni rápido ni lento, y no te alejes de la zona marcada. Vas a ir a la biblioteca. Hay un libro ahí que quiero mostrarte. Se llama “La invención de morel”. Lo escribió un escritor al que todos llamaban Bioy. En ese libro encontré algo que al comienzo no entendí. Pensé que era casualidad, después un chiste, después me asusté y al final me pareció una idea genial. Te lo voy a mostrar más adelante.
- Transición: afuera / durloc. Pasaje por un depósito, el escenario del auditorio, llegada a un espacio con paredes de durloc ubicado detrás de la sala de exposiciones planta baja
Vamos. Abrí la puerta que está enfrente tuyo. Ya estás adentro. Ahora seguí la línea de puntos en el piso. Si te apartás de la línea vas a perder ritmo. Es importante que mantengas el ritmo. Escuchá como mi perro Sopa mantiene el ritmo cuando camina por Buenos Aires (sonido patitas de Sopa en la vereda). Llegaste a una puerta. Detrás hay una rampa. Es un poco empinada. Bajá despacio. No te apures. Estás en el escenario de un auditorio. Creo que siempre está bueno cruzar caminando un escenario vacío. Ya saliste. Bajaste tres escalones y cruzaste la otra puerta. Seguí siempre la línea punteada. Si llegaste a la puerta, abrila y pasá.
- Durloc. Espacio triangular de unos 3 m2. Paredes de durloc. Hay una silla
Acá, no te das bien cuenta donde estás. Las paredes son de durloc. El lugar no tiene una función muy clara. Hay una silla ahí. A veces viene alguien del museo a descansar: la gente de seguridad, alguien de mantenimiento. Usala si querés, antes de seguir. Estar sentado me parece una gran posición. Hace unos meses fui papá. Grabé estos sonidos de mi hijo Otto. Dice cosas que no se entienden (sonidos balbuceo Otto). Quieren ser palabras, pero no lo son. La cosa es que Otto se pasa el día acostado o en brazos. Me da un poco de pena eso, porque estar sentado es genial. Las personas que escriben por lo general están sentadas. No todas. Woody Allen trabajaba sus guiones en la cama. Viendo sus películas no sorprende. Hemingway escribía de parado. Y es re claro cuando lo leés. Pero por lo general se asocia al escritor o escritora con una persona sentada. También a la persona que lee se la piensa sentada.
Hace poco paré en una pizzería de esas pizzerías clásicas que hay en Buenos Aires. Mientras hacía la cola en la vereda vi que a unos metros de la puerta había una persona leyendo un libro. Me llamó la atención porque leía parado. Usaba anteojos oscuros y una camperita tipo tela de avión, con capucha. Llevaba la capucha puesta encima de la cabeza y las patas de los anteojos iban por fuera de la capucha, como agarrándola. En un momento me acerqué y le pregunté qué estaba leyendo. Sin decir nada, me mostró la tapa del libro. Era una antología de cuentos de Somerset Maugham en inglés. Lo miré. Pensé que quizás se sacaría los anteojos para hablarme. Pero no. Ahí estaba -sus zapatillas medio rotas, su jean, medio flojo- Mirándome. Tendría unos 45 años. Me dijo que los escritores ingleses le dan mucha bola a la forma. Pensá en los Beatles, me dijo. Es verdad que hacen cosas rarísimas que parecen normales. Pensá en este acorde. (sonido primer acorde de canción de los Beatles It’s been a hard day’s night). No es un acorde normal. Un poco me hace acordar a los sonidos de Otto. ¿De qué trabajás?, le pregunté a Somerset. Me señaló su moto con la cabeza. Era una moto grande. Re linda. Blanca y negra, como las letras de un libro. Con una caja medio destartalada puesta atrás para llevar las pizzas. Le pregunté si le gustaba leer de parado. Me dijo que prefería sentarse, pero que si se sentaba en el escalón de la pizzería “quedaba mal”. Le pregunté cómo había aprendido inglés. Me dijo que leyendo. “Las palabras escritas te dan tiempo para mirarlas, estudiarlas”, dijo. Le pregunté si lo podía entrevistar y me dijo que no, que no le interesaba. Lo dijo así: “No me interesa”. Cuando salís del cine, hay unos minutos en los que seguís adentro de la película. Me pareció que él estaba en su película. Entendí que lo estábamos molestando y nos fuimos con mi perro Sopa a comernos nuestras fainás a una plaza. Te voy a dibujar a mi perro Sopita en un rato. Y también los anteojos de Somerset.
Me gusta imaginarte, imaginando unos anteojos y un perrito llamado Sopa. Kant decía que “La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”. Somos felices en la imaginación. La razón entiende cosas, pero no es feliz. Si yo te digo que te levantes ahora, que hay que seguir, eso no te hace feliz, pero sí lo entendés. Bueno, ahora que lo pienso, puede que sólo ese impulso de seguir, te haga feliz. No lo sé.
- Transición: Durloc / Biblioteca. Partida del espacio paredes de durloc, pasando por sala de exposición, entrada a biblioteca, llegada a mesa dentro de biblioteca
Vamos. Hay una puerta corrediza enfrente tuyo. Abrila despacio. Pasá y cerrala detrás tuyo. También despacio. Seguí la línea en el piso. Parece absurdo que haya una habitación detrás de ese durloc. Avanzá hasta la puerta de vidrio. Abrila y entrá. Esta es la biblioteca del museo. Seguí hasta la mesa y sentate en la silla marcada con una X. Mirá a tu alrededor. Quizás haya alguna persona leyendo. Hoy se festeja el día del lector, asique es posible que eso suceda. Bueno, ya te podés sentar.
- Biblioteca
Voy a tratar de reconstruir lo que pasó el día que me propusieron hacer algo para “La fiesta de la lectura”, que es hoy. Nos juntamos acá, en esta mesa. Apenas empezamos a hablar pensé en lectores. Me acordé de un texto de Borges, que fue un gran lector. El texto se llama “A Leopoldo Lugones”. Borges lo grabó asique lo pongo acá. (grabación texto de Borges leído por él mismo) “A Leopoldo Lugones. Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca”. Me gusta ese comienzo. Hay una persona que viene de afuera. Cuando entra se da cuenta que los rumores se extinguen. De esos rumores hablaba yo cuando hablé de la pronunciación de la ciudad. Sigue Borges (grabación texto de Borges leído por él mismo): “De una manera casi física, siento la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente”. Ese día, cuando pensé en esa frase, no me di cuenta de que esa idea, de que el tiempo del relato clausurado por el libro, en mi caso iba a ser distinto. Yo estaba a punto de encontrarme con un libro que terminaría de escribirse ahí, mientras a mí me pasaban cosas. Esto parece complicado ahora, pero lo vas a ir entendiendo. Sigue el texto (sonido grabación texto de Borges leído por él mismo): “A izquierda y a derecha, absortos en su lúcido sueño, se perfilan los rostros momentáneos de los lectores, a la luz de las lámparas estudiosas”. La persona que entró a la biblioteca, ve personas que leen. Los libros están bajo las lámparas estudiosas. Eso casi siempre es así en las bibliotecas. El lector está más bien en una semi oscuridad, el libro está más bien iluminado. Borges asocia esa imagen, la del lector, con una frase de la Eneida. La pone en latín: “Ibant obscuri sola sub nocte per umbram”. Eso significa más o menos: Iban oscuros en la noche solitaria y en la penumbra. Para Borges, el lector es alguien que está oscuro, alguien solitario, alguien en la penumbra: el lector es un contorno. Yo pienso que eso también es un poco así, porque casi nunca le vemos los ojos a la persona que lee, porque los tiene hundidos en el libro. Tenés que volverte una sola cosa con el libro, algo así como un minotauro, hecho de un cuerpo libro. En la reunión para el evento seguimos hablando y pensando cosas, hasta que llegó el momento de hablar de honorarios, que siempre es difícil, porque ¿cuánto valen las cosas? Ahí sucedió lo de “La invención de morel”. El libro estaba al lado mío, en la mesa.
Lo agarré, medio para hacer algo con mis manos y lo abrí en una página cualquiera. Fijate, el libro está ahí. Página 30. ¿Ves la frase subrayada?
Cuando leí esa frase, me acordé de Somerset, el tipo que estaba leyendo enfrente de la pizzería, con las gafas puestas. Son las que dibujé ahí al costado. Como nunca le vi sus ojos, Somerset fue un poco un contorno para mí. Alguien quieto adentro del libro. Como las viejas series de Tarzán. Cuando alguien se caía a un pozo de arenas movedizas, para no hundirse tenía que quedarse quieto. Algo parecido pasa cuando lees. Si te quedás quieto leyendo, de repente escuchás una musiquita, armada de palabras, como si se presentaran agarraditas de la mano. Con los números no pasa eso. Siempre sentimos que de alguna manera el 1 termina en el 1, el 2 en el 2, y así. La plata también se termina, por eso es difícil hablar de plata. Martín Kohan, un escritor, una vez me dijo que se debería poder calcular cuánta plata se ganó por palabra escrita. Podemos hacer ese ejercicio. Abrí el libro de Bioy en la página 13. Página 13. ¿Ves la primera oración de la novela subrayada?
Supongamos que Bioy ganó $ 1.000.000 por escribir “La invención de morel”. Conté las palabras que tiene todo el libro. Son 26157. Si divido la ganancia por la cantidad de palabras, Bioy ganó $ 38,2 por cada palabra . Ganó $ 3,82 por la palabra “Hoy”, otro tanto por la palabra “en” y lo mismo por la palabra “esta” y así. Pero, ¿cómo pensar mis honorarios?, pensé. Yo tenía que escribir, después hacer coincidir eso con el espacio, con el tiempo, y que todo eso esté bueno. Al menos bueno para mí. “El museo ofrece 150.000 pesos”, dijo alguien. Tenía el libro entre mis manos y de nuevo, sin saber por qué lo abrí en una página cualquiera. Era la página 43. Abrilo vos también en esa página. Vas a ver una frase subrayada.
No era la primera vez que me sentía perdido, asique no pensé que esa frase se refería a mí. La reunión se diluyó. Me levanté, nos saludamos.
-
Transición: Biblioteca-Hall. Salida desde mesa biblioteca a hall de entrada de Av. Figuero Alcorta, planta baja.
Salí caminando. Levantate vos también ahora. Seguí la línea punteada hasta la próxima cruz. Sobre tu derecha los lomos de los libros. Me haría uno con un poco de ajo, cebolla y vino blanco en una sartén. (sonido de sartén en la que se cocina algo). En el hall me quedé quieto, ahí donde ves la cruz. Quedate por ahí.
- Hall de entrada
Ese día ahí de pie en el hall para hacer algo, dibujé la sartén con el lomo de libro. Fijate en la página 19, ahí lo vas a ver.
Estaba dibujando eso cuando leí una frase. La vas a ver subrayada. Empieza en la página 19 y sigue en la 20.
En ese momento miré el lugar en el que estaba. Este hall de entrada, las escaleras mecánicas, el cielo detrás del techo de vidrio allá arriba, como “sin techo visible”. ¿El libro sabía que estaba en el museo? Seguí leyendo ahí en la página 20 y volví a encontrar una frase.
¿Mercader italiano? ¿A quién se refería el libro con mercader italiano? La persona que fundó el museo se llama Costantini. Un tal Eduardo Costantini. ¿Se refería a Eduardo Costantini? Yo no sabía mucho de Costantini. Sabía que compraba obras de arte y que se dedicaba a hacer negocios inmobiliarios. Volví a leer el subrayado de la página 20.
Costantini llamaba a este lugar el museo. Lo había visto en varias entrevistas diciendo “el museo esto”, “el museo lo otro”. Pero, ¿qué razones tenía? El libro decía que podía ser un hotel espléndido. ¿Un hotel espléndido? A mí se me ocurría dividir todo con durloc, como la habitación que visitamos hace un rato. En este hall de entrada haría 50 habitaciones, chicas, pero que rinda. Se podían poner unas encima de otras también. Usar el ascensor que está ahí para conectar los pisos. Aprovechar el flujo de turistas. Es verdad que venía mucha gente. Atraída por el secreto de las obras. Porque siempre hay un secreto. Las pinturas, pero también los libros, una pieza de música, una obra de teatro, todo guarda su secreto. Mirá en la página 21. Dibujé los espacios en blanco entre las letras.
¿Qué fuerza hacía que se unieran las letras y que nosotros al leer escucháramos un sonido todo junto? Pensando en eso, quise subir a ver el secreto de la obra que Costantini había comprado hace poco. Una pintura de Frida Kahlo.
- Transición: Hall – Diego y yo. Partida desde hall de entrada principal, subiendo escalera mecánica, pasillo hasta espacio de Fridha Kahlo.
Caminé hasta la escalera. Vos también seguí por esa línea. Subite a la escalera mecánica. Otto te va diciendo si vas bien. Seguí siempre por la línea punteada. No te apures. No te retrases. ¿No Otto? Ese día yo subí por la rampa y entré en la habitación de Frida Kahlo.
Adentro tarde un poco en acostumbrarme a la penumbra. Como no hay líneas en el piso te digo que “Diego y yo” es la pintura que está a la izquierda.
- Sala Frida Kahlo. Diego y yo
Un autoretrato de la pintora, con un tercer ojo en la frente. Dentro de ese ojo, la imagen de su amado, Diego Rivera, también pintor. Miré la pintura un rato largo. Me gustó mirarla. El señor de seguridad que estaba parado al lado del cuadro me miró y cómo me vio concentrado me dijo algo: “Ella pensaba en él. El tipo vivía en su cabeza. Pero lamentablemente creo que ella no vivía en la cabeza de él”. Me quedé pensando en eso. Giré y fui a la pared que está a la izquierda. Había un par de fotos ahí, de la pintora en el hospital. Andá hasta ahí, así las ves. Parece que el tiempo que Frida Kahlo estuvo convaleciente se dedicó a pintar en su habitación. ¿Las ves? Salí de ahí.
- Transición. Diego y yo – pasillo con vista al hall. Partida desde sala Frida Kahlo hasta pasillo frente a la sala con vista al hall central.
Seguí por la línea punteada, bajá la rampa, sin apurarte y sentate en el banco donde está la X.
- Pasillo vista al hall.
Sentado ahí, me acordé de la frase del hotel / sanatorio. La busqué en la página 20.
Me puse a pensar en los días de hospital cuando nació Otto. Las obritas que cuelgan en los sanatorios parecen hechas por una computadora: formas romboidales , círculos en colores pasteles, triángulos. Me hubiese gustado tener a Frida Kahlo de compañera de habitación para pedirle que nos pinte algo para colgar. Es rarísimo imaginar que algo así vaya a suceder. Un sanatorio nunca va a llenarse de cuadros como la obra de Frida, “Diego y yo”. Son obras pensadas para una casa. Quizás ese sea siempre le mejor lugar para una obra: una casa. Porque ahí te podés quedar mirándola siempre. Todas nos acordamos de los cuadros que teníamos colgados en nuestras casas cuando éramos chicos. Al mirarlos, mirábamos su secreto. Vender casas y al mismo tiempo tener un museo es una gran idea, porque siempre hay alguien que necesita una casa y mientras mira las obras y se imagina dónde las colgaría en su casa nueva, quizás se acuerda que Costantini vende casas. Tuve que pensar en todo eso y en mis 150.000 pesos. Sin pensarlo mucho le mandé un mensaje a la persona con la que había hablado hace un ratito. Me respondió enseguida diciendo que la espere en el hall de entrada. Estaba por bajar cuando sentí un cosquilleo en la punta de los dedos. Abrí el libro de Bioy, a la suerte. Caí en la página 35. Abrilo vos también en esa página. Enseguida vi una frase. Es la que está subrayada.
¿Desde un lugar elevado? ¿Hablar desde un lugar alto? ¿Cómo sabía el libro que yo estaba en un primer piso? Miré la tapa del libro. ¿Qué sabía este libro de lo que me pasaba en ese momento? ¿El libro me decía que hacer? ¿Y si era todavía más extraño? Pensé que si al leer se proyectan imágenes en la cabeza, quizás podía estar pasando que todo esto fuese una proyección del libro, que el museo fuese una imagen en mi cabeza, yo mismo otra, ese día, millones de imágenes más. ¿Qué estaba pasando? Me puse de pie y miré hacia abajo. Si hacés eso, vas a ver lo que yo vi ese día. Donde está marcada la cruz en el piso en el hall de entrada, vi a la persona con la que había hablado recién en la reunión. Me hizo un gesto, como que subía. Cuando llegó, yo no sabía muy bien cómo encarar. Creo que ella me invitó a sentarme. Si querés sentate de nuevo en el mismo lugar en el que estabas recién. En silencio, miré para abajo. En mis manos, el libro de Bioy. Lo abrí al azar en la página 37 y leí la frase que vas a ver subrayada ahí.
Sabía que tenía que decir algo. Pero ¿qué decir? ¿y cómo? Se me vino a la cabeza el sonido de los basquetbolistas al pisar el piso de la cancha. ¿Viste que suena parecido a fee? (sonido zapatillas de basquetbolistas sobre cancha de basquet) Usé esa palabra. “Quería hablar del fee”, dije. Hubo un dialoguito, un breve ida y vuelta. Pero no hubo caso. Se confirmó el monto de 150.000. Bueno, no sé, pensé y abrí el libro en cualquier lugar. Era la página 47 y leí la oración que subrayé.
Lo cerré y empecé a caminar, buscando la salida de emergencia.
- Transición. Pasillo con vista al hall - Sala Le Parc. Partida desde pasillo con vista al hall central, pasando por sala con obras (Laguna, Melé, Maier, Quin, etc), llegada a sala Le Parc.
Seguí mi camino por la línea punteada de color. Entra a la sala. Ese día, un poco bajoneado, miré las obras colgadas ahí. Fernanda Laguna, Juan Melé, Gumier Maier, Arden Quin, algunos nombres conocidos para mi, otros no. Martín Blazko, Martín Blazco, Martín Blazco, Lucio Dorr, Lygia Clark. Giré y entré en la sala oscura. Me detuve donde está la X en el piso y me quedé mirando la pieza de Le Parc…
- Sala Le Parc
…hecha de ruedas que giran y se doblan y siguen girando. La miré un rato. Me pareció que mi cabeza en ese momento se parecía un poco a esas ruedas girando. Con mi fibra la copie en el margen de la página 44. Al lado encontré una frase que subrayé.
Me quedé mirando la pieza de Le Parc y como se movían hice algunos dibujos. Yendo para atrás hasta la 34, vas a ver cómo era ese movimiento.
Volví a leer la frase de la página 44. Es verdad que cada pieza es como una conciencia, y todas estaban dentro de este museo, que era como otra conciencia y que llevar diversas conciencias de manera equilibrada y simultánea, es un peligro. Al lado mío estaba la salida de emergencia.
- Transición. Le Parc – rellano escalera 1. Salida desde sala Le parc, pasando por puerta salida emergencia, llegada a rellano escalera
Abrí vos también la puerta, como yo la abrí ese día. Hace dos pasos y quédate ahí en el rellano de la escalera.
- Rellano escalera emergencia 1
Ahí estaba yo ese día. Las cosquillas en la punta de los dedos llegaron a mi conciencia, equilibradamente. Abrí el libro en la página 62 y leí una frase.
Una vez más, hice lo que decía el libro, o lo que el libro confirmaba que yo quería hacer: bajé la escalera. Siempre me gustó el sonido de los pasos de alguien bajando la escalera. Escuchá. (sonido de pasos bajando una escalera)
- Transición. Rellano escalera emergencia 1 – Rellano escalera emergencia 2. Bajando un piso, se llega de relano 1 a rellano 2
Seguí vos también por la línea punteada. Llegaste abajo. Giraste. Me viste. Ese soy yo. Quedate un momento de pié en la X marcada en el piso.
- Rellano escalera emergencia 2
Si abrís el libro en la página 57, vas a leer lo que yo leí ese día.
Acá estoy, hace un tiempo. Vivo debajo de la escalera, no es super cómodo pero estoy ok. La comida que me trae mi amigo de seguridad está ok. Me falta un poco la luz del sol. Como nací en el campo, cuando no veo el cielo, siento que me falta algo. Es que en el campo estaba ahí todo el tiempo. Y lo miraba un montón. A veces, tirado en el pasto mirándolo, de repente veía un puntito. Si me concentraba en eso y no lo perdía de vista, me daba cuenta que era una cigüeña. Las cigüeñas no pueden volar porque son pesadas, asique usan las corrientes de aire caliente para subir. Giran dando vueltas, muy lento y van subiendo. Las vueltas son grandes, como de 100 metros de diámetro. Pueden estar subiendo así por más de una hora, hasta disolverse en el azul del cielo y en el sonido del viento. (sonido del viento) El punto se mete en el cielo, el cielo se come el punto, algo así. Cuando llegaron muy arriba, empiezan a bajar en dirección en la que tienen que ir. Así pueden volar muchos, muchos kilómetros. Cuando era chico y encontraba una pluma en cualquier lugar del campo, me la llevaba a casa y la usaba como señalador en el libro que estaba leyendo. Después cuando me mudé a la ciudad, ya no había tantas plumas, asique empecé a usar pedazos de papel, o tela y si no tenía, usaba algún billete. A veces cuando me faltaba plata me acordaba que tenía ese billete en el libro y lo buscaba. El señalador marca la frontera. Hasta ahí había llegado. Leer era ir ganando espacio en el libro, ir adueñándose. Ahí en el museo, para hacer algo, busque la palabra “dueño” en el libro de Bioy. La encontré una sola vez. En la página 66. Si vas a esa página la vas a ver marcada.
La frase que escribí en el margen, es la última línea de un poema de Fernando Pessoa. “y el dueño de la tabaquería sonrió”. Ese poema se llama: “La tabaquería”. En el texto, el poeta que está mirando la calle desde un piso no demasiado elevado, ve como desde una tabaquería sale un cliente acompañado por el dueño del local que va con el hasta la puerta para saludarlo y mirarlo alejarse. El poema termina con esa frase: ”y el dueño de la tabaquería sonrió”. Sonrió, no sabemos muy bien por qué, yo pienso que sonrió porque vendió. Aunque también da la sensación de que sonrió porque más que vender ese tabaco, toda la situación parece gustarle, su tabaquería, la visita del cliente, la sensación de que su local está conectado a la calle. Ese día, ahí en la escalera, pensé en que quería sentir algo así, dar algo que le sirva a la persona que vino. Pero no tengo mucho. además de la pluma, no tengo nada. Bueno, no sé. Tengo la plata que me dio el museo, no es mucho, pero es algo.
- Transición. Rellano escalera emergencia 2 – Rellano escalera emergencia 3 (planta baja). Partida de rellano 2, bajando un piso hasta rellano 3 en planta baja. Primera división de caminos.
Seguí bajando ahora, hasta la próxima cruz. Cuando llegues quédate ahí. ¿Habrás llegado?
- Rellano escalera emergencia 3 (planta baja). División de caminos.
Ahora seguro que sí. Estás de pie en la cruz, escuchando esta voz. Es la anteúltima vez que vas a abrir el libro. En la página 43, hay una frase. Es la que está subrayada.
¿Vos pensás que estás solo o sola? No, estás conmigo. Tenés esa sensación al menos. Escuchás esta voz adentro tuyo. Hablás conmigo, no con palabras, pero acordás o no, pensás distinto o no. Cuando te pedí que abras el libro, respondiste. Pero ¿existo? Esa persona que viste en la escalera, ¿existe? ¿No soy una proyección, como el protagonista de “La invención de morel”? ¿No soy sólo una idea que te fue guiando hasta acá, pero que en realidad no existe? En realidad vos siempre elegiste qué hacer. Elegiste caminar cuando te dije que camines, abrir el libro en tal página cuando te pedí que lo abras. Podrías haberte negado. Pero siempre elegiste hacer lo que te dije que hicieras. Siempre elegiste. Es insoportable imaginar que uno no elige. Pensalo un momento. Siempre pensamos que somos nosotros los que elegimos qué hacer en cada momento. Te volves loco si pensás que no es así. Bueno, ahora llegó el momento de que yo desaparezca y de que vos, solo o sola eligas qué hacer. Sólo falta un poco para eso. Primero, en la solapa interna de la contratapa del libro hay algo. Fijate, abrila. ¿Encontraste la plata? Esos 2000 pesos son parte de los 150.000 que me pagaron de honorarios. Esos 2000 pesos son para vos. A vos y al resto de los que escucharon esta voz, les ofrecí la misma cantidad de plata, 2000 pesos. Hasta que se acaben los 150.000. Sé que no es mucha plata, pero alcanza para comprarte el libro que tenés en la mano. No esta edición, pero sí alguna edición un poco más barata. Si te sobra plata te podés sentar en un bar, pedirte una gaseosa y pasarte la tarde leyendo. También la podés usar para otra cosa, claro. Después está la opción de no llevarte la plata y hay una tercera opción de la que te voy contar más adelante, si decidís no llevártela. Ahora, ves que hay dos códigos QR en la pared. Si elegís llevarte la plata, tenés que escanear el código QR de la izquierda, el de color blanco. Si elegís no llevarte la plata tenés que escanear el QR de la derecha, el de color rojo. Te lo repito. Blanco si elegís llevarte la plata, rojo si decidís no llevarte la plata. Acordate, blanco si decidís no llevarte la plata. Rojo si decidís llevártela. Voy a hacer silencio un instante. Después de que mi voz se termine, escaneá el código qr de la opción que elegiste. Bueno, llegó el momento.
Opción A:
Elegiste llevarte la plata. Sacala de ahí y guárdatela. ¿Listo? Date vuelta…
- Transición. Rellano 3 (planta baja) – Mesa Bar. Partida desde rellano escalera emergencia planta baja, saliendo a puerta al costado hall central frente al bar, llegando a mesa del bar
y seguí la línea punteada de color blanco. Si llegaste a la puerta, abrila. Llegaste al hall de entrada del museo. Seguí, siempre por la línea, hasta la mesa del bar. La línea se termina ahí. Caminaste bastante. ¿Te habrás cansado? A mi me gusta caminar, sobre todo si mi perro Sopa está conmigo. Había dicho que iba a dibujarlo. Buscalo en la última página, la 131. Ese es mi perro Sopita.
- Mesa bar
Ahora sí, podés dejar el libro sobre la mesa. Vas a ver que hay un papelito ahí. Antes de sacarte los auriculares y dejarlos ahí, te digo que en ese papelito vas a encontrar las direcciones de algunas libererías de usado de Buenos Aires. Son todas librerías muy completas. Y debajo de la dirección de la librería, puse la dirección de un bar o un café, para que vayas si tenés ganas. Podés llevarte el papelito, claro. Bueno, estás llegando al final. En los libros, cuando el relato se termina, por lo general viene alguna página vacía, después una que dice “edición impresa en y el nombre de una imprenta”, la cantidad de ejemplares, cosas técnicas, cosas que nos recuerdan que hay imprentas, tinta, papel, billetes que se usan para pagar la tinta, el papel del libro, el trabajo de los imprenteros, todas cosas que parecen reales pero en realidad también son sólo una proyección. Bueno, te digo chau y Otto te dice. (sonido de Otto).
Opción B:
Elegiste no llevarte la plata. Te pido que sigas…
- Transición. Rellano escalera 3 (planta baja) – Garage. Partida desde rellano escalera emergencia planta baja, bajando un piso a primer subsuelo, llegando a Garage.
…la linea punteada de color rojo. Vas a bajar un piso hasta la próxima cruz. Dale Ya falta muy poco. Mientras empezás a bajar, te digo que como no agarraste la plata los 150.000 pesos duran un poco más. Si todas las personas eligen eso, siempre va a haber alguien caminando por el museo y yo me quedo a vivir en el museo para siempre, ahí, debajo de la escalera. Quizás llegaste a la cruz. Quedate ahí un momento.
- Primer subsuelo garage
El camino enfrente tuyo, vuelve a dividirse. Esta es la última decisión. Es verdad que no te llevaste la plata, pero ¿pensaste en dejar plata? Quizás pensás que eso no es una opción, quizás pensás que sí, por la razón que sea. En la pared, hay -de nuevo- dos códigos Qr. Si querés irte sin dejar plata, tu elección es el código Qr blanco. Rojo si pensás que dejar plata es una opción, Blanco si pensás que no es una opción. Pensalo un momento. No cortes el audio hasta que llegue al final. Cuando no escuches más nada, recién ahí hace tu elección y escané el Qr de la opción que hayas elegido. Rojo si pensás que dejar plata es una opción. Blanco si pensás que no. Pensalo un poco. Bueno, llegó el momento.
Opción blanco: Elegiste no dejar plata. Tu camino se termina muy pronto. Ya falta poco. Caminaste bastante. ¿Te habrás cansado? A mi me gusta caminar, sobre todo si mi perro Sopa está conmigo. Había dicho que iba a dibujarlo. Buscalo en la última página, la 131. Ese es mi perro Sopita.
Ahora sí, podés dejar el libro de Bioy sobre la silla que tenés enfrente tuyo. Ya no lo vas a necesitar. Pero déjate los auriculares puestos.
- Transición: primer subsuelo – rampa garage. Partida de primer subsuelo garage a rampa que sale al punto de partida, calle Martín Coronado.
Empezá a caminar por la línea punteada de color blanco. No te apures. Ya falta poco. Allá arriba es la salida. Subí la rampa que ves enfrente tuyo. Cuando llegues al final, vas a ver que estás en el mismo lugar en el que empezaste. El audio se va a cortar solo. No lo cortes vos. Si llegaste arriba, entrega los auriculares a la persona que está en el banco. Bueno, estás llegando al final. En los libros, cuando el relato se termina, por lo general viene alguna página vacía, después una que dice “edición impresa en y el nombre de una imprenta”, la cantidad de ejemplares, cosas técnicas, cosas que nos recuerdan que hay imprentas, tinta, papel, billetes que se usan para pagar la tinta, el papel del libro, el trabajo de los imprenteros, todas cosas que parecen reales pero en realidad también son sólo una proyección. Bueno, te digo chau y Otto te dice. (sonido de Otto).
Opción rojo: Elegiste dejar plata. Para que puedas hacer las cosas con comodidad, te propongo que uses la silla para apoyar el libro. Sacá la plata de tu billetera, o donde la tengas y agregala a la solapa del libro. Te dejo un poco de tiempo para hacer esto. ¿Listo? Bueno, sólo falta la última recta. Caminaste bastante. ¿Te habrás cansado? A mi me gusta caminar, sobre todo si mi perro Sopa está conmigo. Había dicho que iba a dibujarlo. Buscalo en la última página, la 131. Ese es mi perro Sopita.
Ahora sí, podés dejar el libro en la silla, pero no te saques los auriculares.
- Transición: primer subsuelo – hall de entrada. Partida desde primer subsuelo Garage, pasando por al lado de salita comedor “gente de sala”, subiendo escalera, llegada a hall de entrada.
Ahora caminá siguiendo la línea punteada de color rojo. Ya falta muy poco para el final. Gracias por la plata. No sé que voy a hacer con lo que junte, si es que junto algo. Pasaste la puerta. Subiste la escalera. El audio se va a cortar solo. No lo cortes vos. Si llegaste arriba, entrega los auriculares a la persona que está en el mostrador del hall. Bueno, estás llegando al final. En los libros, cuando el relato se termina, por lo general viene alguna página vacía, después una que dice “edición impresa en y el nombre de una imprenta”, la cantidad de ejemplares, cosas técnicas, cosas que nos recuerdan que hay imprentas, tinta, papel, billetes que se usan para pagar la tinta, el papel del libro, el trabajo de los imprenteros, todas cosas que parecen reales pero en realidad también son sólo una proyección. Bueno, te digo chau y Otto te dice. (sonido de Otto).
Fin